Fósiles del reptil prehistórico y la posición de los tiburones durante el ataque / Kenshu Shimada - National Geographic
Un plesiosauro de siete metros de largo, el animal marino más grande de su tiempo, reinaba imponente bajo las aguas hace 85 millones de años. Su poderosa musculatura y su boca llena de dientes afilados lo convertían en un reptil imponente capaz de causar pavor, pero poco se puede hacer cuando se está en desventaja numérica y quizás, alguna herida o una enfermedad le dejan debilitado o prácticamente agonizante. El monstruo marino fue interceptado por un grupo de siete tiburones sin piedad. La banda se le echó encima con tanta fiereza que no hubo opción de defensa. En sus embestidas, los tiburones se dejaron más de 80 dientes enganchados en los huesos de su víctima.
La historia la conocemos hoy gracias a los fósiles del plesiosauro encontrados en Japón en 1968. La falta de muestras comparativas y otros recursos retrasaron la descripción formal de los restos, que por fin han podido realizar especialistas de la Universidad DePaul en Chicago, según explica National Geographic. Los nuevos análisis desvelan marcas de 80 dientes de tiburones y eso «son un montón de dientes para tener en un fósil», admite el paleontólogo Kenshu Shimada.
El experto estima que al menos siete tiburones de diferentes edades y de la especie Cretalamna appendiculata atacaron el monstruo con una colección de mordiscos. Lo que resulta más difícil de determinar es qué le ocurría el plesiosauro. Shimada cree que, posiblemente, el reptil ya estaba gravemente herido -a los tiburones les apasiona este tipo de víctimas- o quizás muerto, porque, de estar en disposición de todos sus atributos, habría luchado de forma descarnada.
La historia la conocemos hoy gracias a los fósiles del plesiosauro encontrados en Japón en 1968. La falta de muestras comparativas y otros recursos retrasaron la descripción formal de los restos, que por fin han podido realizar especialistas de la Universidad DePaul en Chicago, según explica National Geographic. Los nuevos análisis desvelan marcas de 80 dientes de tiburones y eso «son un montón de dientes para tener en un fósil», admite el paleontólogo Kenshu Shimada.
El experto estima que al menos siete tiburones de diferentes edades y de la especie Cretalamna appendiculata atacaron el monstruo con una colección de mordiscos. Lo que resulta más difícil de determinar es qué le ocurría el plesiosauro. Shimada cree que, posiblemente, el reptil ya estaba gravemente herido -a los tiburones les apasiona este tipo de víctimas- o quizás muerto, porque, de estar en disposición de todos sus atributos, habría luchado de forma descarnada.
Fuente: abc.es
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