miércoles, 24 de agosto de 2011

Hallan fósiles de las bacterias más primitivas de la Tierra


Las rocas australianas se han convertido en el lugar más idóneo del planeta para buscar indicios del origen de la vida en la Tierra. Ha sido en la formación Strelley Poll, al oeste del país, en Pilbara, donde un equipo de científicos, australianos en su mayoría, ha descubierto los fósiles microscópicos de unas bacterias que vivieron hace 3.400 millones de años y que aparecen asociados a diminutos cristales de pirita.

El hallazgo, publicado en la revista 'Nature Geoscience' podría confirmar lo que hace ya algunos años habían planteado otros investigadores y que ha sido muy discutido por algunos colegas, que apuntan que las estructuras descubiertas podrían tener su origen en procesos abióticos, es decir, al margen de organismos vivos.

Las bacterias, según el estudio, habrían necesitado sulfuro para sobrevivir en un entorno en el que aún no existía casi el oxígeno, muy pocos cientos de millones de años después del gran bombardeo de meteoritos que sufrió la Tierra, que carecía de la atmosfera que hoy conocemos, por lo que las temperaturas eran muy elevadas.

Los investigadores utilizaron sofisticadas técnicas para probar que las estructuras elípticas, esféricas y tubulares que habían identificado eran organizaciones de múltiples células que, al metabolizar el sulfuro, produjeron los cristales de pirita que han encontrado. "La supervivencia a base de sulfuro es una característica que ya se pensaba que existió en las primeras fases de la Tierra, en concreto en el momento de transición entre un mundo no biológico y otro que si lo es", ha declarado David Wacey, uno de los autores, al periódico 'Sidney Morning Herald', según informa Efe.

Estos microfósiles, según los autores, serían unos 200 millones de años más antiguos que los que se habían descrito con anterioridad en la misma zona, cuyo hallazgo se publicó hace unos años en 'Nature'. "Este trabajo confirma que hace 3.400 millones de años existían bacterias que vivían sin oxígeno", asegura también el profesor de la Universidad de Oxford Martin Brasier, otro de los firmantes del artículo.

Una de las pruebas que aportan para datar la antigüedad de los fósiles es que las rocas en las que se encuentran se formaron entre dos erupciones volcánicas entre unos pocos millones de años.

Jesús Martínez-Frías, investigador en el Centro de Astrobiología (CSIC-INTA), que visitó Pilbara hace unos años, reconoce que el trabajo es de gran interés "porque aporta nuevas evidencias isotópicas sobre la posible existencia de vida en épocas muy primigenias, con relaciones entre una morfología celular y probables productos de actividad biológica basados en el azufre".
Fósiles de las huellas de vida

No obstante, Martínez-Frías recuerda que las bacterias en sí no fosilizan, sino que lo que se encuentran son las huellas que dejaron y que en este caso no se trata de restos de actividad biológica. "La evidencia es indirecta principalmente a través de isótopos y no por la identificación de biomarcadores, que son compuestos orgánicos que proceden, inequívocamente, de la actividad metabólica de organismos; una relación isotópica no es "per se", un biomarcador, sino un geomarcador", explica el investigador.

De este modo, y aunque el hallazgo podría ser una nueva evidencia de que la vida surgió en la Tierra poco después de que su situación se estabilizara, el investigador del CAB cree que son necesarios más estudios de biogenicidad y para identificar unos criterios inequívocos que diferencias los marcadores que indican vida de los que son geológicos. "Estos criterios serán fundamentales para determinar el momento del origen de la vida en nuestro planeta y también para evitar confusiones cuando ésta se busque fuera de la Tierra", concluye.

Brasier, por su parte, recuerda que todavía en la actualidad estas bacterias que se alimentan de sulfuro son muy comunes y se encuentran en acequias, fuentes de aguas termales, respiraderos hidrotermales u otros lugares con poco oxígeno.

Fuente:elmundo.es

El dinosaurio más reciente conocido antes de la Gran Extinción


Después de un detallado análisis, un equipo de científicos ha confirmado el hallazgo del dinosaurio más reciente conocido que se ha conservado en el registro fósil antes del impacto catastrófico de un meteorito hace 65 millones de años. El descubrimiento ratifica que los dinosaurios no se extinguieron antes del impacto meteorítico, y es una evidencia más de que tal impacto fue la causa de su extinción.

El año pasado, unos investigadores de la Universidad de Yale descubrieron el cuerno fosilizado de un ceratopsiano, probablemente un Triceratops, dado que estos son muy comunes en la zona del hallazgo, la Formación de Hell Creek, en Montana. Los paleontólogos encontraron el fósil enterrado a sólo 13 centímetros por debajo del Límite Cretáceo-Terciario, la capa geológica que marca la transición, hace 65 millones de años, desde el Período Cretácico al Período Terciario. En esa época de transición fue cuando tuvo lugar la extinción masiva en la que perecieron los dinosaurios.

Hace más de 30 años, se propuso por vez primera la hipótesis de que esa extinción de los dinosaurios y otras formas de vida fue causada por un potente impacto meteorítico. La hipótesis ha ganado muchos partidarios desde entonces, pero había un escollo que podía poner en entredicho la hipótesis: la aparente falta de fósiles enterrados dentro de la capa de 3 metros de roca situada justo debajo del Límite Cretáceo-Terciario. La aparente anomalía es conocida como "el vacío de los tres metros". Hasta ahora, este vacío ha sido una pieza que no encajaba en la hipótesis del impacto, y eso ha provocado que algunos paleontólogos se hayan planteado si los dinosaurios no aviares de la época, entre los que figuran el Tyrannosaurus rex, el Triceratops y otros, en realidad se extinguieron gradualmente antes de que el meteorito impactara contra la Tierra. Los dinosaurios aviares sobrevivieron al impacto, y dieron origen a las aves modernas.

El nuevo descubrimiento demuestra que el vacío de tres metros no existe. El hecho de que el dinosaurio al que perteneció el cuerno viviera en una época tan cercana al Límite Cretáceo-Terciario, y otros indicios, sugieren que aún había dinosaurios, probablemente tantos como en épocas pasadas.

Aunque el equipo de Tyler Lyson no puede determinar la antigüedad exacta del dinosaurio, se cree que vivió en algún tramo del lapso que va desde decenas de miles de años antes del impacto meteorítico hasta unos mil años antes de tal impacto.

Eric Sargis, conservador de paleontología de los vertebrados en el Museo Peabody de Historia Natural de Yale, y Stephen Chester, de la Universidad de Yale, descubrieron al ceratopsiano el año pasado, mientras buscaban mamíferos fósiles que evolucionaron después del impacto del meteorito.
Fuente:noticiasdelaciencia.com

miércoles, 17 de agosto de 2011

Restaurados dos nuevos yacimientos paleontológicos en Enciso y Hornillos


Una de las particularidades que presentan estos dos yacimientos, que en conjunto superan las doscientas huellas, y su aportación al estudio de las icnitas es el hecho de que no sean de varios grupos de dinosaurios mezclados.

Probablemente, explica el investigador, "son las condiciones de hábitat de la zona las que restringieran que un tipo de dinosaurios u otros estuvieran en cada uno de los sitios o, quizá, las costumbres sociales, que fueran gregarios o en manadas", cuestión que habrá que estudiar.

El gran valor del yacimiento de Hornillos de Cameros es la antigüedad de las huellas: 125 millones de años antes de Cristo.

Todas las huellas descubiertas corresponden al Cretácico Inferior, pero en el caso de este yacimiento, la antigüedad, aun dentro de esta etapa, es superior.

Hasta ahora se han descubierto más de 10.000 huellas en los yacimientos riojano y hay lugares en los que, según Pérez Lorente, si se excavara se podrían sacar un promedio de cinco mil huellas por año durante mucho tiempo.

En su opinión, el volumen de piezas existente es enorme y hay material para estudio durante varios años.

Según Pérez Lorente, el interés científico de los afloramientos riojanos es que, dado el volumen de huellas encontrado, se ha podido observar pautas de comportamiento en los dinosaurios que no se observan en otros yacimientos, como, por ejemplo, que en un mismo yacimiento convivan, prácticamente, todos los dinosaurios que se conocían en la época.

En este contexto, ha citado el yacimiento de la Era del Peladillo, en Igea, que, con más de un millar de huellas, permite observar el nivel del agua y como ésta, en ocasiones, obligaba a los animales a transitar por uno u otro lugar.

Este yacimiento, en el que el equipo de excavaciones trabaja todos los años, reúne huellas de cinco grupos de dinosaurio que, en unos casos, caminaban en manadas y en otros, en grupos de caza.

Fuente: EFE.

domingo, 14 de agosto de 2011

Un fósil desvela que los plesiosaurios daban a luz a sus crías en lugar de poner huevos


El Institute del Natural History Museum de Los Ángeles muestra la público, por primera vez, un fósil "único" de un embrión de un reptil marino contenido en el fósil de su madre.

Con 78 millones de años de edad y 4,5 metros de largo, el ejemplar adulto es un Polycotylus latispinus, uno de los reptiles gigantes y carnívoros de cuatro aletas conocidos como plesiosaurios, que vivieron durante la Era Mesozoica. El esqueleto embrionario que contiene muestra un cuerpo en desarrollo, incluyendo las costillas, 20 vértebras, los hombros y las caderas. Ambos fósiles representan la primera evidencia de que los plesiosaurios daban a luz a sus crías, en vez de incubarlas en huevos en la tierra.

Aunque la viviparidad ha sido ya documentada en otros varios grupos de reptiles acuáticos del Mesozoico, no existía ninguna evidencia en el orden de los plesiosaurios. Los doctores O'Keefe y Chiappe también han determinado que los plesiosaurios eran únicos entre los reptiles acuáticos al dar a luz a una sola cría, ya grande, y que pueden haber vivido en grupos sociales comprometidos en el cuidado de las crías.

"Los científicos han sabido por mucho tiempo que los cuerpos de los plesiosaurios no se adaptaban bien a subir extensiones de tierra y poner huevos en un nido", ha declarado O'Keefe, "así que la falta de pruebas de la viviparidad en los plesiosaurios ha sido siempre desconcertante".

Por ello, los expertos señalan que este descubrimiento de un fósil embrionario dentro del fósil de su madre, finalmente "resuelve el misterio". Además, destacan que el embrión es mucho más grande de lo que uno podría esperar en comparación con otros reptiles.

"Muchos de los animales vivos hoy en día que dan a luz a una sola cría de considerable tamaño son animales sociales y se dedican al cuidado materno. Creemos que los plesiosaurios pueden haber manifestado un comportamiento similar, por lo que su vida social sería más similar a las de los modernos delfines que a la de otros reptiles", ha apuntado el científico.

Del mismo modo, han indicado que los plesiosaurios no tienen parientes vivos conocidos, pero eran comunes en los océanos durante la Edad de los Dinosaurios. Estas criaturas se contaban entre los principales depredadores de la vía marítima interior occidental, la extensión tropical de agua que separó América del Norte durante el Cretácico, cuando se unieron las aguas del Océano Ártico y el Golfo de México inundando el continente.

El notable espécimen fue descubierto en 1987 por Charles Bonner en un rancho del condado de Logan, Kansas (Estados Unidos) y ahora se muestra la público en la nueva exposición de 14.000 metros cuadrados del Natural History Museum, con más de 300 fósiles y 20 montajes completos de dinosaurios y criaturas del mar.

Fuente:20minutos.es

viernes, 12 de agosto de 2011

Plantas pequeñas son la prueba más temprana de existencia de madera

Los fósiles de dos pequeñas plantas, en Francia y Canadá, constituyen la prueba más temprana de existencia de madera hasta el momento, según un informe de la universidad belga de Lttig publicado hoy por la revista "Science".

Una planta francesa de hace 407 millones de años y una canadiense, de hace 397 millones de años, muestran de acuerdo con el estudio las características células reflectoras y anillos anuales de la madera, escriben Philippe Gerrienne y sus colegas.

Ambas plantas datan del periodo Devónico de la Era Paleozoica (hace 540-250 millones de años). La francesa es al menos 10 millones de años más antigua que otras pruebas de la existencia de madera.

Según los investigadores, se trata de un resultado "inesperado" y es improbable encontrar indicios anteriores.

Se desconocen los orígenes exactos de la madera, pero su desarrollo en el Paleozoico fue decisivo para el surgimiento de plantas más grandes y con una vida más larga.

El nuevo hallazgo podría poner fin a los debates de por qué surgió la madera: si fue como apoyo mecánico para plantas que se hacían más grandes o para llevar agua a la parte superior de la planta.

Ambos fósiles apuntan con su pequeño tamaño y sus gruesas paredes celulares a la segunda opción, argumentan los investigadores.

Fuente:emol.com

Huellas de dinosaurios

La huella de un dinosaurio. /Foto: El Mundo

Los dinosaurios colonizaron todo el planeta durante el Cretácico, e incluso llegaron a la Antártida y otras zonas del hemisferio sur, donde se han encontrado algunos fósiles, cuando el ecosistema era más cálido que ahora.

Ahora, un equipo de paleontólogos de la Universidad de Emory (Estados Unidos) ha encontrado más de 20 rastros de huellas muy bien conservados que aportan nuevas pistas sobre la forma de vida de aquellos reptiles hace más de 100 millones de años.

Las huellas fueron encontradas por el paleontólogo Anthony Martin, un experto buscador de rastros, huevos y refugios de estos animales, el pasado 14 de junio, en unas rocas sedimentarias de la costa de Victoria, la remota playa de Milanesia, dentro del Parque Nacional Otways (Australia).

Ya el día anterior había observado unas ondulaciones en las rocas caídas desde el acantilado, que formaban como el refugio de algún insecto. "Esas ondulaciones y madrigueras indicaban que era un terreno sedimentario de aluvión, un lugar propicio para encontrar rastros de dinosaurios polares", explica el investigador.

Distintos tipos de ictitas

Y así era. Uno de los bloques contenía cerca de 15 rastros, uno de ellos con tres huellas consecutivas dejadas allí por pequeños terópodos, no mayores que un pollo actual, que se consideran los ancestros de las aves actuales. Siguiendo por los acantilados, a unas tres horas de camino, encontraron un segundo bloque con ocho rastros más.

Algunos eran también de ejemplares pequeños, como los anteriores, pero otros las hicieron terópodos tan grandes como grúas. "Ambos bloques creemos que estaban en el mismo nivel rocoso, que era la superficie por la que caminaron aquellos dinosaurios", apunta Martin.

En total, encontraron huellas de tres tamaños diferentes, que podrían pertenecer a tres especies distintas, pero que también podrían ser un macho, una hembra y su cría, aunque todo son hipótesis.

Esta parte de la costa australiana se sabe que estuvo en el pasado unida a la Antártida. Hace entre 115 y 105 millones de años, la temperatura media de la Tierra era de 10ºC más caliente que hoy, lo que significa que en algunas zonas sí que había meses de frío y oscuridad polar prolongada. En épocas de deshielo, también habría inundaciones torrenciales en los valles de los ríos.

Estas huellas se habrían hecho en verano, en el momento del deshielo, porque la tierra estaba congelada en invierno y no habrían podido dejar allí huellas.

En esta región ya se había encontrado la mejor colección de fósiles de dinosaurios polares del mundo, pero no había casi huellas. Además, en febrero de 2006, Martin encontró el primer rastro conocido de un carnívoro y en mayo de ese mismo año halló otro.
Un ecosistema hostil

"Es un descubrimiento muy importante porque nos da mucha información sobre las vidas de dinosaurios en ambientes polares hace más de 100 millones de años", apunta Martin.

"También España es famosa por sus huesos y rastros de dinosaurio, pero allí estaban cerca del ecuador, mientras que los australianos del sur vivían con inviernos fríos y oscuros, así que igual tuvieron un comportamiento estacional [hibernando, como los osos]", especula el investigador.

Martin recuerda que los fósiles indican que fueron activos todo el año. "Como las huellas sólo se preservan si el suelo no está congelado, está claro que estos rastros demuestran que los terópodos bípedos eran activos en el verano. Podrían ser de la clase conocidos como Ornitomimosaurios".

Estos Ornitomimosaurios, muy veloces y que podían ser omnívoros o herbívoros, tenían un aspecto similar a los avestruces y tenían patas con tres dedos, con huellas similares a la que han encontrado Martin y sus colegas.

El equipo de investigación ha estado formado pro Thomas Rich, del Museo Victoria; Michael Hall y Patricia Vickers-Rich, de la Universidad Monash, de Victoria; y Gonzalo Vázquez-Prokopec, de la Universidad de Emory.

Fuente: elmundo.es