jueves, 31 de marzo de 2011

Un fósil chino adelanta el brote de la primera flor


Darwin aseveró que el origen y expansión de las angiospermas, las plantas que tienen flores y frutos, es un "misterio abominable" que no se resolvería con facilidad. Sin embargo, el hallazgo que publica hoy la revista Nature en su portada puede ayudar a esclarecer este arcano. Se trata de un fósil magníficamente conservado de una planta entera encontrada en el norte de China y que adelanta en algunos millones de años el nacimiento de las angiospermas.

Hasta ahora, las más antiguas evidencias de este tipo de plantas la aportaban fósiles de su polen, no del propio vegetal, de alrededor de 125 millones de años de antigüedad. Más o menos la misma edad que se le atribuye a este nuevo fósil, entre 122,6 y 125,8 millones de años. Al tratarse de un ejemplar muy evolucionado de angiosperma, el hallazgo de Leefructus obliga a dar un paso atrás en el tiempo para ubicar el nacimiento de estas plantas.
El tatarabuelo de la familia

"Con este hallazgo, han logrado ubicar al tatarabuelo en la foto de familia de estas plantas. Es importante, pero todavía queda mucho por hacer", afirma la paleobotánica del Museo de Ciencias Naturales Carmen Diéguez, que destaca como "enigmático" que hasta ahora no se hubieran encontrado evidencias fósiles de plantas y sólo de pólenes de esas épocas.

El interés en este grupo de plantas radica en que dominan la vegetación en la mayoría de los ecosistemas y suponen la base de la alimentación humana. Y el misterio de Darwin se refiere a un periodo por determinar en el que se desarrollaron de forma exponencial en su camino hasta alcanzar las 250.000 especies distintas con que cuentan ahora.

Fuente: publico.es

El primo del grillo que no ha cambiado en 100 millones de años

El fósil del insecto encontrado en Brasil

Un grupo de investigadores ha descubierto al ancestro, de 100 millones de años de antigüedad, de un grupo de grandes insectos carnívoros parecidos a los grillos que aún viven hoy en día en zonas del sur de Asia, del norte de Indochina y de África.

Estos fósiles, hallados en piedra caliza al norte de Brasil, apenas presentan diferencias con sus descendientes evolutivos de la actualidad. Este hallazgo, según explica el portal Noticias de la Ciencia y la Tecnología, corrige la clasificación errónea que se había hecho de otro fósil de este tipo, y permite concluir que el género ha sido objeto de muy poco cambio evolutivo desde el Cretácico Temprano (o Cretácico Inferior), una época, poco antes de la ruptura del supercontinente Gondwana, que estuvo caracterizada, entre otras cosas, por la presencia de dinosaurios.

Según los autores del descubrimiento, los entomólogos Sam Heads, de la Universidad de Illinois, en Estados Unidos, y Léa Leuzinger de la Universidad de Friburgo, en Suiza, estos insectos parecidos a grillos pertenecen a un grupo poco común de grandes insectos depredadores, con un aspecto intimidador, que están relacionados desde el punto de vista evolutivo con los grillos verdaderos y con los saltamontes.

Entre sus características especiales está el hecho de que en sus patas poseen unas grandes protuberancias en forma de remos, que les ayudan a apoyar las patas en la arena y sostener así debidamente sus grandes cuerpos mientras corretean por sus hábitats arenosos, a la caza de presas. Aunque el fósil tiene algunas diferencias con respecto a sus descendientes actuales, sus características generales difieren muy poco.

Fuente:larazon.es

sábado, 26 de marzo de 2011

Hallado un raro herbívoro primitivo con dientes de sable

Hace 260 millones de años, ni los mamíferos ni los dinosaurios habían fichado todavía en los ecosistemas terrestres. En el macrocontinente de Pangea correteaban seres que hoy se encuadran en categorías taxonómicas de nombres exóticos y de los cuales sólo salta a la vista un rasgo común: cuatro patas. Aquellos tetrápodos primitivos son el objeto de estudio del paleontólogo salvadoreño Juan Carlos Cisneros, responsable del hallazgo de la última muestra de aquella paleofauna cuyo carácter queda dicho en el apellido de la nueva especie: Tiarajudens eccentricus.

El Tiarajudens, del tamaño de un perro grande, vivió al final del Paleozoico antes de la extinción pérmica, la mayor que ha asolado el planeta y de la que resultaría el festival de dinosaurios que adornó el Mesozoico. Según escribe Cisneros hoy en Science, en aquel momento ya se había desarrollado una gran despensa de herbívoros que alimentaba a un reducido elenco de depredadores.

Y entre los primeros se contaba el Tiarajudens, cuya clasificación le sitúa como un sinápsido (algo que no es un reptil) del grupo de los terápsidos (sinápsidos no mamíferos) y, en concreto, como un anomodonto, un linaje de herbívoros que masticaban las hierbas fibrosas del suelo de Gondwana, el zócalo meridional de Pangea que más tarde se independizaría como supercontinente. El suelo que pisaba el Tiarajudens hoy forma parte de Brasil. Allí Cisneros, desde la Universidad Federal de Piauí, rastrea los depósitos del Pérmico y el Triásico en busca de fósiles.
Aberrante

Pero incluso para su clan, el Tiarajudens es el bicho raro. Según escribe en un comentario al estudio el experto de la Universidad Humboldtde Berlín Jörg Fröbisch, dentro de los anomodontos, que mostraban un "desarrollo progresivo de rasgos de mamíferos", el Tiarajudens es "aberrante" por su "dentición única y especializada". Aunque parte de su parentela vegetariana compartía la oclusión dental (la capacidad de encajar las piezas de una mandíbula con las de otra para triturar la fibra), el Tiarajudens tenía el paladar tachonado de dientes, algo único en su vecindario.

Queda la guinda: dos caninos de 12 centímetros sobresalían de su boca. Cisneros explica que no se trata de colmillos al estilo de los elefantes y de ciertos parientes del Tiarajudens, con crecimiento continuo, sección circular y sin esmalte, sino de verdaderos dientes de sable, comprimidos lateralmente y esmaltados. ¿Para qué quería tales armas un vegetariano? "Los grandes caninos de sable son inesperados en un herbívoro", escribe Cisneros. Tomando como modelo los ciervos actuales, el científico especula que tal vez los usaba "para manipular la comida antes de procesarla, disuadir a los predadores o para exhibición y combate dentro de su especie".

Fuente:publico.es

Descubren “eslabón perdido” de los dinosaurios en Argentina


Los científicos del Museo Egidio Feruglio revelaron un nuevo tipo de dinosaurio que fue descubierto en la provincia centro-norte de Chubut - el Taquetransis Leonerasaurus. Los geólogos en el museo, hicieron el descubrimiento en un sitio con restos fósiles del período Jurásico (hace 206-144 millones años).

Los paleontólogos creen que estos fósiles pertenecen a una especie de "eslabón perdido" de dinosaurios que evolucionó hasta convertirse en cuellos largo y herbívoros similares al Diplodocus, Brachiosaurus y Brontomerus, afirman los científicos en la revista PLoS ONE. Estos dinosaurios se conocen como saurópodos y eran las criaturas más grandes conocidos de la tierra para caminar siempre sobre la tierra hace 170 millones de años.

El Leonerasaurus mide tres metros, y vivió unos 10 millones de años antes de la era de los saurópodos. Puede ser la conexión entre pequeños prosaurópodos que existieron durante el período Triásico (hace 248-205 millones de años) y sus descendientes más grandes, los saurópodos.

“El nuevo dinosaurio es "una especie muy primitiva... que nos ayuda a entender el árbol evolutivo de los gigantes que aparecieron más tarde” dijo Diego Pol del Museo Paleontológico Egidio Feruglio.

El Leonerasaurus fue descubierto en la Sierra de Taquetren en 2005, y tomó dos años para excavar y retirar los restos. El estudio científico se llevó a cabo en el laboratorio de preparación del MEF y los resultados de sus hallazgos fueron publicados entre 2009 y 2010.

Más información en http://www.mef.org.ar/

Fuente: elpuntocritico.com

viernes, 18 de marzo de 2011

Dinosaurio neuquino de un superdedo


El animal es pariente del famoso Velociraptor de Mongolia, muy cercano a las aves.

Restos fósiles encontrados en la zona del lago Los Barreales de Neuquén permitieron identificar una nueva especie de dinosaurio, directamente relacionado con el origen de las aves.

Se trata de un animal del Cretácico que en vida midió apenas 70 centímetros de alto y que tiene la particularidad de haber desarrollado una suerte de superdedo en sus patas, lo que lo ubica en el grupo de los deinonicosaurios.

El trabajo fue publicado en Proceedings of the Third Gondwanan Dinosaur Symposium de la prestigiosa revista Anais da Academia Brasileira de Ciencias describe una nueva especie de un pequeño dinosaurio patagónico.

Los restos fósiles habían sido descubiertos por Diego Rosales en 2006 en la costa norte del Lago Barreales. El dinosaurio fue bautizado Pamparaptor micros y está relacionado con los deinonicosaurios porque "presenta un pie semejante a los troodontidos y dromeosáuridos basales", explica el trabajo presentado por los paleontólogos Juan Porfiri, Jorge Calvo y Doménica Santos.

La morfología del pie es desconocida en otros dinosaurios de América del Sur, lo que permitió reconocer la nueva especie, indicaron los investigadores en un trabajo. Los troodontidos son importantes porque están relacionados con el origen de las aves, con las cuales comparten muchos caracteres. Los restos de dromeosaurios son comunes en sedimentos de Argentina. El dromeosaurio más conocido es el famoso Velociraptor hallado en Mongolia.

El tamaño de Pamparaptor era de unos 50 a 70 centímetros.

Fuente:rionegro.com.ar

La ventilación oceánica rigió los períodos de calentamiento global del Eoceno


Un estudio internacional demuestra que los eventos hipertérmicos de calentamiento global del Eoceno (hace entre 34 y 53 millones de años) tuvieron una duración más corta y una recuperación más rápida de lo que se creía. Los investigadores sugieren que el intercambio de carbono entre la atmósfera y el océano influyó en los eventos. Los hallazgos ayudarán a entender los ciclos carbónicos globales durante sucesos de calor extremo.

Durante el Eoceno se produjeron seis eventos hipertérmicos -ascensos globales de la temperatura dentro de un período de por sí caluroso-, que tuvieron una duración más corta y una recuperación más rápida que el Máximo térmico del Paleoceno-Eoceno (PETM, por sus siglas en inglés), -hace 53 millones de años-, el caso más extremo de calentamiento global de la historia.

Entre el Paleoceno –hace entre 53 y 65 millones de años- y el Eoceno, el PETM provocó un aumento de la temperatura de hasta 7ºC. Los científicos atribuyen estos cambios climáticos a una masiva emisión de gases de efecto invernadero almacenados en sedimentos de carbón en el océano.

“Se ha comparado el PETM con el actual calentamiento global causado por la quema de combustibles fósiles, por el rápido inicio del evento y la liberación de grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera de fuentes sedimentarias”, manifiesta Philip Sexton, uno de los autores del estudio e investigador en la Universidad Abierta (Reino Unido).

Los resultados, que se publican ahora en la revista Nature, muestran que las diferencias entre estos eventos se deben a la ventilación oceánica, es decir, al intercambio de carbón que se produce entre la atmosfera y el océano.

“Grandes cantidades de CO2 se liberaron de manera constante a la atmósfera por una mayor ventilación del interior de los océanos”, explica Philip Sexton, uno de los autores del estudio e investigador en la Universidad Abierta (Reino Unido).

“Cuando las condiciones lo permitieron, el CO2 fue retomado por el mar y permitió la rápida recuperación de estos eventos”, añade el experto. En el caso del PETM, los científicos creen que la exhumación natural del carbono de una reserva provocó un retraso en su redistribución entre el océano y la atmósfera.

Para llegar a sus conclusiones, los investigadores recrearon el clima del Eoceno a través de sedimentos del oeste tropical del Océano Atlántico, que corresponden con la transición entre el Eoceno temprano y medio. Los hallazgos del estudio ayudarán a entender los ciclos carbónicos globales en futuros sucesos de calor extremo.

Fuente: noticiasdelaciencia.com /Foto: SINC

viernes, 11 de marzo de 2011

‘El Niño’ también perturbó la Tierra durante el Plioceno


Un equipo de investigadores asiáticos ha descubierto que durante el período cálido del Plioceno (hace entre 3 y 5 millones de años) existieron condiciones climáticas asociadas al fenómeno de ‘El Niño’. Los expertos aseguran que, con el calentamiento global, estas características se repetirán en un futuro, aunque no de forma “permanente”.

“La variabilidad de ‘El Niño’ ya existió en el período cálido del Plioceno”, explica a SINC Tsuyoshi Watanabe, autor principal del estudio e investigador en el departamento de Historia de Ciencias Naturales de la Universidad Hokkaido de Japón. Este período tuvo lugar hace entre 3 y 5 millones de años.

Los expertos consideran que la etapa cálida del Plioceno reunía características muy similares a las que se registrarán en el futuro con el calentamiento global. “Las temperaturas fueron de media 2 o 3ºC más cálidas que ahora, y las concentraciones de dióxido de carbono (CO2) fueron más altas”, asegura Watanabe.

‘El Niño’ es un fenómeno climático cíclico producido por un cambio de los patrones de movimiento de las corrientes marinas en la zona intertropical, que causa fenómenos meteorológicos muy diversos como intensas lluvias o cambios en las temperaturas.

“Aunque las condiciones del ‘El Niño’ se repetirán con el calentamiento global, no serán de forma permanente” afirma el experto. Según su estudio, publicado hoy en la revista Nature, este fenómeno tampoco fue permanente durante los períodos cálidos del Plioceno.

Para llegar a estos resultados, los investigadores asiáticos realizaron análisis de alta resolución de isótopos de oxígeno, conservados en fósiles de coral al oeste del océano Pacífico, de unos 3,5 millones de años de antigüedad. Con estos datos, los expertos perfilaron la variabilidad estacional e interanual de la temperatura de la superficie del mar y de su salinida.

Fuente: SINC

La BBC difunde una investigación de la UMA sobre la paleobiología de una hiena extinta


El canal divulgativo BBC Earth News ha difundido recientemente una investigación de la Universidad de Málaga (UMA) sobre la paleobiología de una hiena extinta de más de 100 kilogramos de masa corporal que habitó en el yacimiento de Venta Micena, en la región de Orce (Granada), a inicios del Pleistoceno.

El catedrático de Paleontología de la Universidad de Málaga Paul Palmqvist ha sido quien ha liderado el equipo encargado del estudio de esta especie, denominada 'Pachycrocuta brevirostri', a partir del análisis de las modificaciones de los restos óseos de estos grandes mamíferos. "Se trata de un tipo de hiena cuyo tamaño duplica al de las hienas manchadas actuales", ha destacado el investigador.

Asimismo, el trabajo demuestra que esta hiena, sin análogos entre las especies modernas, experimentaba una adaptación al carroñeo sumamente especializada, representando una seria competencia para los primeros homínidos asentados en el subcontinente europeo.

"Estos carnívoros, con sus extremidades proporcionalmente cortas y robustas, eran capaces de sustraer las presas cazadas por otros depredadores y desmembrar tales cadáveres para su transporte hasta sus cubiles de cría", ha declarado en un comunicado el catedrático, añadiendo que esta hiena "poseía una dentición y una mandíbula muy gruesas y resistentes, con la que podía triturar los huesos, incluidos los de elefantes e hipopótamos, aprovechando al máximo todos los recursos".

El yacimiento de Venta Micena es considerado como un enclave de referencia continuada en la literatura del Cuaternario español, europeo y mundial.

Se trata de un nivel horizontal de caliza que muestra una presencia continuada de restos óseos de grandes mamíferos fósiles con un espesor variable de 75 centímetros a un metro y un recorrido en superficie superior a dos kilómetros, por lo que alberga millones de fósiles de esta época.

Fuente: europapress.es

Mary Anning, la buscadora de fósiles que revolucionó la paleontología

Mary Anning tenía sólo 12 años cuando un asombroso descubrimiento cambió su vida. Meses atrás, su hermano Joseph había encontrado lo que parecía ser un cráneo de cocodrilo, pero la pequeña Mary era bastante escéptica con aquél fósil y, como si de un pasatiempo cualquiera se tratara, siguió investigando para encontrar la verdad. Joseph, que pareció no darle mucha importancia a aquél asunto, pronto dejó a su hermana sola en su investigación. Esa anécdota fue el punto de origen para que, aproximadamente un año más tarde, cuando Mary contaba con 12 años recién cumplidos, hallara un fascinante fósil de 5'2 metros de largo que no se parecía a ningún animal conocido.

Era el año 1810 en Gran Bretaña, una época en la que la teoría creacionista estaba empezando a tambalearse frente a nuevas hipótesis (sólo un año antes, en el 1809, Lamarck había presentado su teoría evolutiva). El descubrimiento de aquella niña causó furor en los círculos científicos y toda la sociedad inglesa estaba entusiasmada por poder ver el fósil de aquél monstruo desconocido. El naturalista William Bullock expuso públicamente el hallazgo en una mansión de Londres, y pronto el mundo de la geología y la biología empezó a investigar qué era en realidad.

Científicos como Everard Home escribieron largos artículos describiendo al monstruo: Al principio pensaba que era un pez, más tarde llegó a la conclusión de que se trataba de un ancestro del ornitorrinco, e incluso llegó a afirmar que era una mezcla entre salamandra y lagartija.


Pero lo que en realidad había encontrado Mary Anning era ni más ni menos que un espécimen de ictiosaurio, un reptil marino procedente de la época del Jurásico. Su apariencia, similar a la de un delfín, hizo que se ganase el nombre de "pez lagarto" (Ichthyosauria). Lo más extraordinario del fósil que Anning había encontrado es que estaba prácticamente completo y tenía unas condiciones de mantenimiento maravillosas (anteriormente, se habían encontrado indicios de la existencia del ictiosaurio por pequeños huesos, pero nunca nadie se había topado con un ejemplar completo).

Por aquella hazaña digna de los más grandes paleontólogos, Mary Anning sólo ganó 27 libras, pero algo mucho más importante que eso había nacido: Su vocación como buscadora de fósiles.

Mary venía de una familia de clase baja, lo cual, sumado a que era una mujer, hizo que se dificultara enormemente su entrada en el mundo de la ciencia. La Sociedad Geológica de Londres nunca la admitió entre sus miembros y siempre se la tomó como a una intrusa. De hecho, si hubiera formado parte de la comunidad científica, probablemente tendríamos mucha más información sobre sus descubrimientos, ya que, en ocasiones, los paleontólogos publicaban estudios a base de los fósiles que ella encontraba sin ni siquiera mencionarla. Uno de los mejores amigos de Mary escribió una vez: "Mary dice que el mundo la ha utilizado hasta la saciedad... estos hombres de ciencia han chupado su cerebro, y han sacado un gran partido publicando obras de las cuales ella elaboró los contenidos, recibiendo nada a cambio".

Pero todas estas adversidades no impidieron que Mary desarrollara su afición: Tras el éxito que había generado su hallazgo del ictiosaurio, se decidió a abrir por sus propios medios una tienda de fósiles. Por aquél entonces tenía 27 años y una larga experiencia como coleccionista de fósiles. Este nuevo proyecto atrajo a geólogos de toda Europa y América, que venían en busca de sus exóticos descubrimientos. Personajes de tan reconocida importancia como George William Featherstonhaugh (primer geólogo de la historia de los Estados Unidos y uno de los más importantes contribuyentes al Liceo de Historia Natural de Nueva York) iban hasta a Inglaterra para comprarle fósiles a Mary. Incluso el rey Federico Augusto II de Sajonia formó parte de su clientela, que se permitió el "capricho" de comprarse un ictiosaurio para su colección particular.


Lo más curioso de Mary Anning era su educación autodidacta: Diseccionaba peces y sepias para compararlos con los fósiles que encontraba y devoraba cualquier libro sobre paleontología que cayera en sus manos. Todo ello consolidó el papel de Anning como una de las más grandes expertas en la materia. De hecho, años antes de haber fundado su tienda de fósiles, ya había realizado muchos otros grandes descubrimientos. Incluso convendría decir que, desde el hallazgo del ictiosaurio, Mary no paró nunca de encontrar nuevos fósiles.

Por ejemplo, durante 1920-1921 (cuando ella tenía 22 años de edad), realizó otro descubrimiento: Un extraño fósil de lo que parecía ser otro reptil marino. De nuevo, volvió a ser el foco de atención de numerosos paleontólgos que empezaron a idear hipótesis sobre el origen de aquella rareza. Resultó ser el primer fósil registrado del plesiosaurio, un animal de 5 metros de longitud procedente del Jurásico Superior, el cual despertó la admiración de todos los científicos. Unos años más tarde, la propia Mary encontró otro fósil del plesiosaurio que estaba incluso en mejores condiciones (el primero que encontró carecía del cráneo, pero el segundo era perfecto).

El geólogo William Daniel Conybeare escribió el artículo más importante sobre el Plesiosaurio y le dio su nombre, pero en ningún momento mencionó a Mary como descubridora del fósil. Esta no es más que una de las numerosas muestras del desprecio que sufrió Mary a lo largo de su historia (de hecho, además de encontrar el fósil, ella había sido la responsable de muchos de los bocetos que acompañaban al artículo).

Pero sus descubrimientos también generaban desconfianza. El naturalista Georges Cuvier, que era una de las mayores autoridades en el campo de la anatomía comparada, dudó de la veracidad del fósil y se dispuso a examinarlo por sí mismo para comprobar si era un fraude (algo nada extraño en aquella época). Y es que, el enorme cuello del plesiosaurio, que constaba de 35 vértebras, extrañó de sobre manera a Cuvier, quien pensó en la posibilidad de que fuera una combinación de las vértebras de varios animales. Sin embargo, después de una investigación junto a la Sociedad Geológica de Londres, llegó a la conclusión de que era un fósil legítimo, reconociendo que se había equivocado con sus acusaciones.

A lo largo de su carrera, Mary Anning realizó muchos más descubrimientos que, a pesar de no ser tan espectaculares como los anteriores, tuvieron bastante importancia en el avance de la ciencia. Por poner un ejemplo, en el año 1828, descubrió un ejemplar en magníficas condiciones del Dapedium politum, un pez que vivió durante la época del Triásico y el Jurásico. A pesar de que ella no fue la descubridora de esta especie, fue la que aportó uno de los fósiles mejor conservados y que permitían un mejor estudio de sus características.

También encontró partes del esqueleto del pterosaurio, los famosos vertebrados voladores que convivieron con los dinosaurios durante casi toda la era Mesozoica. Otra de sus contribuciones fue el de los descubrimientos relacionados con los belemnites, un grupo de moluscos ya extinto de gran parecido con los calamares y sepias actuales (en concreto, Mary llegó a la conclusión de que los belemnites usaban la tinta para defenderse al igual que lo hacen los cefalópodos de nuestros días).

Pero la importancia de Mary Anning en la historia de la ciencia va mucho más allá que el simple descubrimiento de simples especies: Las pruebas paleontológicas que aportó fueron uno de los mayores apoyos a la teoría de la extinción de las especies, un elemento indispensable en la teoría de la evolución por selección natural. En aquella época aún algunos pensaban que ninguna especie se había extinguido. Aunque científicos como Cuvier ya habían comentado que ciertos mamíferos como el mamut, habían desaparecido, muchos otros pensaban que esos animales seguían existiendo en zonas inexploradas del planeta (ya que, para ellos, la desaparición natural de una especie creada por Dios era una muestra de imperfección). Sin embargo, cuando Mary llegó con aquellos extraños animales, nadie se atrevió a dudar que podrían seguir existiendo.

También fue una de las fundadoras de la ciencia geológica que hoy conocemos como paleontología, demostrando que se podía estudiar la historia de los seres vivos mediante pruebas fósiles. El análisis de la cronología de la tierra a partir de pruebas geológicas y paleontológicas sufrió un momento de auge gracias a muchos de sus descubrimientos.

A los 47 años de edad, murió de cáncer de mama, dejando tras de sí un legado inolvidable. Tras su muerte, numerosas obras se realizaron en su honor. Desde la Sociedad Geológica de Londres, le dedicaron un homenaje que nunca antes se le había hecho a alguien ajeno a la propia sociedad, y menos aún a una mujer. Otros ejemplos de reconocimiento son la iglesia de San Miguel Arcángel, en Lyme Regis, que tiene una vidriera realizada en honor de la paleontóloga; y el famoso escritor Charles Dickens, que llegó a dedicarle un artículo en una de las revistas en las que escribía, recordando las grandes dificultades por las que pasó esta pionera y experta de la paleontología.

Fuente: elbustodepalas.blogspot.com

martes, 8 de marzo de 2011

Paleontólogos desmienten que en la era del dinosaurio el clima fuera cálido

Entre los fósiles encontrados en la biota de Jehol se encontraron ejemplares con plumas que pudieron servir de aislante térmico.

Un equipo de paleontólogos de Francia y de China ha revelado que durante una parte del Cretácico inferior se dieron temperaturas más frías de las supuestas hasta ahora, lo que explica la abundancia de dinosaurios "con plumas" en los yacimientos fósiles de ese periodo.

El estudio divulgado hoy, en el que han participado el Centro Nacional galo de Investigación Científica (CNRS) y el Instituto de Paleontología y Paleoantropología Vertebrada de Pekín, demuestra que pese a la creencia de que en la era de los dinosaurios el clima fue globalmente cálido, esos animales no siempre disfrutaron temperaturas "clementes".

El trabajo, publicado durante esta semana en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), se centró en una región del noreste de China donde se desarrolló la biota de Jehol hace entre 125 y 110 millones de años.

Entre los fósiles encontrados en ese yacimiento, según los expertos, hay numerosos dinosaurios recubiertos de estructuras filamentosas propias de pájaros con plumas, y sobre las que diversos científicos habían sugerido que cumplían una función de aislante térmico.

Los paleontólogos autores del estudio buscaron determinar las temperaturas de la época a partir de fósiles de dinosaurios, cocodrilos, tortugas y peces de esa región y de yacimientos contemporáneos de otras zonas de China, Japón y Tailandia.

El equipo analizó la composición isotópica del oxígeno de cada muestra, que se preservó durante la fosilización, con el objetivo de reconstruir la temperatura aérea del medio de vida de los dinosaurios asiáticos en el Cretácico inferior.

Y los resultados muestran que las temperaturas medias de ese periodo eran muy similares a las que se registran hoy en latitudes equivalentes, por lo que la fauna del Jehol vivía bajo un clima frío moderado caracterizado por "inviernos rigurosos".

En ese periodo, según el comunicado, los animales de sangre fría debían hibernar, mientras que los de sangre caliente como los mamíferos, los pájaros y los dinosaurios sacaban provecho de su pelo y de su plumaje para mantener su actividad en invierno.

Los científicos precisan que este estudio contribuye a conocer mejor una época sobre la que no se disponía más que de archivos geológicos, pero no se aventuran a sacar conclusiones precipitadas sobre el origen de las plumas.

"Estos resultados no prueban para nada que las plumas surgieran para un rol aislante, sino que suponen que el plumaje debía procurar a los dinosaurios del Jehol una ventaja fisiológica respecto a sus contemporáneos con escamas", explica Romain Amiot, científico del CNRS.

Fuente: EFE/ CNRS.

Descubren al ancestro del Triceratops


El Triceratops y el Torosaurus han sido considerados durante mucho tiempo los reyes de los dinosaurios con cuernos. Sin embargo, un nuevo descubrimiento ha permitido extender hacia el pasado el árbol genealógico evolutivo de estos gigantes lo suficiente como para poder identificar a su ancestro. Una especie recién descubierta por paleontólogos parece que reinó entre las bestias astadas mucho antes de que lo hiciesen sus descendientes más conocidos. Eso la convierte en el miembro más antiguo conocido de la familia.

La nueva especie, llamada Titanoceratops, rivalizaba con el Triceratops en tamaño, con un peso estimado de cerca de 7 toneladas y un enorme cráneo de dos metros y medio de largo.

El Titanoceratops, que vivió en América durante el periodo Cretácico tardío, hace alrededor de 74 millones de años, es el primer triceratopsiano conocido, lo que sugiere que el grupo evolucionó hacia su gran tamaño más de cinco millones de años antes de lo que se pensaba anteriormente, según Nicholas Longrich, el paleontólogo de la Universidad de Yale que hizo el descubrimiento. El hallazgo aporta nuevos y esclarecedores datos sobre los orígenes poco conocidos de estas impresionantes bestias astadas.

La nueva especie es muy similar al Triceratops, pero con una nariz más larga y cuernos un poco más grandes.

Longrich cree que el Titanoceratops es el antepasado del Triceratops y del Torosaurus, y que estos dos últimos se dividieron en especies distintas varios millones de años después de que surgiera el Titanoceratops.

Es probable que el Titanoceratops existiese sólo durante alrededor de un millón de años, según estima Longrich, en tanto que la familia triceratopsiana existió en total unos diez millones de años y se extendió más allá de su área de distribución geográfica original, llegando tan al norte como Canadá.

Fuente: noticiasdelaciencia.com

lunes, 7 de marzo de 2011

Fósil peruano refuerza teoría de desaparición de dinosaurios


´Foramideo´ encontrado en Perú refuerza la teoría de que el proceso de extinción de los dinosaurios empezó antes del famoso meteorito de Yucatán.

El Perú fue escenario de un descubrimiento que puede cambiar las conjeturas que rigen los libros de paleontología e historia de nuestros días. El director del Museo Paleontológico Meyer-Hönninger de Chiclayo, Klaus Hönninger, presentó a la comunidad científica un fósil encontrado en nuestra Amazonía que refuerza una teoría diferente sobre la desaparición de los dinosaurios (supuestamente causada por un asteroide).

El fósil es de un organismo ‘foramideo’ pertenece a la era Cretácica superior (Campaniano-Maastrichtiano) y fue hallado en la cercanía de la localidad de Yurimaguas en la ribera del río Huallaga, región Loreto (coordenadas 05142"08" S y 76º08"30") y tienen una antigüedad de 70 millones de años.

Las condiciones del fósil demuestran la existencia de un fenómeno climático que condicionó la disminución de tamaño de las especies, originado por motivos climatológicos. Este fenómeno tuvo lugar 5 millones años antes del impacto del asteroide de Yucatán, dando lugar a una gradual disminución de las especies y posterior extinción de una parte de ellas.

Klaus Hönninger no niega la influencia del asteroide en la desaparición de los dinosaurios, pero reitera que su hallazgo prueba que el proceso de extinción ya se había originado de forma natural antes del impacto



Fuente: rpp.com.pe

viernes, 4 de marzo de 2011

"Willo", el dinosaurio que al final no tenía corazón


En el año 2000 un equipo de científicos afirmó haber encontrado restos de un corazón fosilizado en un ejemplar de Thescelosaurus, al que llamaron "Willo". Una década después, la revisión de los restos indica que todo fue un espejismo y que, donde otros vieron corazón, sólo hay arena.



De la noche a la mañana, el viejo "Willo" se ha quedado sin corazón. En la vitrina del Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte, los restos de este Thescelosaurus (un pequeño dinosaurio herbívoro que habitó la Tierra a finales del período Cretácico) siguen anunciándose como los poseedores de un valioso corazón fosilizado, que en su día ocupó titulares y sorprendió a los paleontólogos porque contenía algunas informaciones contradictorias.

Diez años después, otro equipo de científicos de Carolina del Norte ha utilizado nuevas técnicas de escaneado en alta resolución para descubrir que donde creyeron detectar un viejo corazón, no hay más que arena compactada y restos no orgánicos. Los autores del estudio, que se publica en la revista Naturwissenschaften del mes de marzo (ver referencia), utilizaron tomografía de alta resolución, microscopía electrónica y espectroscopía con rayos X para analizar los restos y salir de dudas.

"Ni el más detallado de los exámenes de la morfología y la orientación de la caja torácica, ni los estudios microestructurales", dice el trabajo, "apoyan la hipótesis de que la estructura sea un corazón". "El análisis microestructural de un fragmento extraído del 'corazón' consistía en granos de arena compactados", añaden, "y no se han detectado señales químicas que indiquen un origen biológico".

Entre los restos de arena, sin embargo, parecen haberse conservado algunas microestructuras que podrían contener restos celulares. El siguiente estudio que hagan se centrará en estos pequeños restos, que pueden aportar algo de información sobre el animal. No es un corazón pero, como diría un paleontólogo con ganas de hacer chistes, menos da una piedra.

Fuente: lainformacion.com

jueves, 3 de marzo de 2011

Descubren huesos de dinosaurios de 72 millones de años

Paleontólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrieron en el municipio de General Cepeda, en el desierto de Coahuila, fragmentos de vértebras y huesos largos que podrían pertenecer a alguna especie de dinosaurio que vivió hace unos 72 millones de años, en el Cretácico Tardío.

Los restos rescatados del yacimiento paleontológico llamado "Las Águilas" podrían corresponder a alguna de las especies que habitaron en el área, como los llamados 'pico de pato', el Ornitomimidae, bípedo parecido al avestruz, o el tiranosaurio.

La paleontóloga del Centro INAH-Coahuila, Felisa Aguilar, responsable del proyecto de conservación e investigación del lugar, informó sobre este descubrimiento, que consta de trozos de vértebras y piezas largas, probablemente de fémur, mismos que fueron encontrados en varios puntos del sitio que abarca 5 mil metros cuadrados, en los que se han registrado 207 huellas de dinosaurios y que tienen una antigüedad de 72 millones de años.

Precisó que "aún no es posible dar detalles del tipo de especies a las que pertenecen los huesos, ya que debido a su estado de fragmentación requieren de estudios más detallados. Sin embargo, es probable que correspondan a individuos de las tres familias que por las pisadas que hay en el sitio se sabe que ahí habitaron".

Se cree que estos fragmentos "podrían corresponder al Hadrosauridae, o mejor conocidos como dinosaurios 'pico de pato'; al Tiranosauridae, los famosos tiranosaurios, de cráneo amplio, cuello corto y robusto y brazos cortos, o al Ornitomimidae, bípedo parecido al avestruz actual", mencionó.

Con este hallazgo se confirma el alto potencial del lugar para la investigación paleontológica en México, refirió la investigadora del Centro INAH-Coahuila, quien además indicó que luego de este descubrimiento se realizaron recorridos de superficie por el área circundante a Las Águilas, con el fin de puntualizar la extensión de la presencia de fósiles en un perímetro de entre cinco y 10 kilómetros del ejido Porvenir de Jalpa.

Lo anterior, destacó Felisa Aguilar, derivó en la identificación de otros tres puntos con pisadas de dinosaurios, cada uno con por lo menos tres huellas. "Dichos lugares aún están ocultos por la vegetación y no se habilitarán a la visita hasta que no se tenga el registro del lugar que permita garantizar su conservación futura".

Comentó que dada la riqueza de Las Águilas, el INAH agiliza el proceso de registro del lugar como sitio paleontológico, de tal manera que actualmente se llevan a cabo los trámites finales para ello.

"El proceso de registro ha sido largo debido a que la demarcación del área a proteger debe estar sustentada con estudios científicos muy detallados. Por tal razón, este año se intensificarán los recorridos de superficie, a fin de delimitar con exactitud toda el área donde existan huellas del paso de animales del Cretácico o algún otro elemento fósil", destacó.

Paralelo al registro de Las Águilas, la paleontóloga Aguilar abundó que el Centro INAH-Coahuila también realiza los procesos de otros tres sitios con evidencias prehistóricas de más de 70 millones de años: Porvenir de Jalpa, Depósito de la luz y Loma de San Pedro.

"Con estos tres yacimientos, aunado al de Las Águilas y al de Rincón Colorado, que es el único lugar registrado hasta la fecha en Coahuila, sumarían cinco los sitios paleontológicos con protección legal", apuntó.

Subrayó que "lo anterior representaría un gran avance en la conservación de sitios con patrimonio del Cretácico, que es abundante en la entidad, lo que se refleja en que 90 por ciento de los municipios tiene vestigios de esa temporalidad, siendo el más rico General Cepeda, donde también se han localizado materiales paleontológicos de más de 70 millones de años en el 90 por ciento del territorio y en cinco por ciento vestigios del Pleistoceno (2.5 millones de años a 10 mil años)".

Por otra parte, Aguilar informó que durante 2010 el INAH, conjuntamente con la Comisión Nacional Forestal, dio mantenimiento al andador de visitantes de Las Águilas 1, donde se encuentran la mayoría de huellas de dinosaurios, mismas que están cercadas para su protección; además se arregló el camino que une a este punto con el de Las Águilas 2, donde hay otras pisadas; ambos punto fueron abiertos al público desde 2009, con recorridos controlados y con la vigilancia de la comunidad.

La investigadora dio a conocer que este año con el apoyo del PET -que desarrollan el INAH y la Secretaría de Desarrollo Social-, se llevarán a cabo trabajos de acondicionamiento del andador que conecta Las Águilas 1 con Las Águilas 2, y se colocará una cerca de protección en el segundo punto de visita, para evitar su deterioro.

Además, mencionó la investigadora que "el INAH efectuará trabajos de conservación a dichas reproducciones y actualizará los cedularios; por ejemplo, se agregarán datos sobre el hadrosaurio Velafrons coahuilenses, consumidor de plantas de 7.0 metros de largo y tres toneladas de peso, cuyo descubrimiento en Rincón Colorado se dio a conocer al mundo en 2008; el esqueleto fue recuperado y estudiado por especialistas del Museo del Desierto, la Coordinación de Paleontología de la Secretaria de Educación y Cultura de Coahuila, el Museo de Historia Natural de Utah y el Museo Royal Tyrrell, en Drumheller, Alberta, Canadá.

Fuente: informador.com.mx

Dos nuevos crustáceos descubiertos en la Península Ibérica


Dos nuevos crustáceos descubiertos en la Península Ibérica. Un equipo de científicos ha descrito dos crustáceos cladóceros, que podría ser endémica de la Península Ibérica, y que fueron encontrados en dos lagunas, una en la cuenca baja del río Guadalquivir, y el otro en las praderas de Extremadura. Ambos de estos artrópodos pueden hoy en día habitan en las zonas más en la región mediterránea.

“Estos dos nuevos crustáceos (Leydigia) son una especie de fósil viviente y son muy poderosos indicadores bio-geográficas e históricas”, expresó Miguel Alonso, uno de los autores del estudio, e investigador en el Departamento de Ecología de la Universidad de Barcelona (UB).

La primera de las especies descubiertas en la Península Ibérica, Leydigia, había sido descrito previamente con el nombre de acanthocercoides Leydigia. El crustáceo fue encontrado en la laguna Longuilla, en la cuenca baja del río Guadalquivir.

“Acanthocercoides Leydigia siempre había sido citada como originaria de la Península Ibérica, y es muy probable que muchos crustáceos que se han identificado con este nombre pertenece a una de las nuevas especies descubiertas. Sin embargo, es posible que acanthocercoides Leydigia ni siquiera existe en el Península “, explica Alonso.

El segundo tipo, Leydigia korovchinskyi, fue descubierto en la laguna de Chaparral, un abrevadero de ganado en los pastizales de Extremadura. Estos crustáceos son cladocerous un milímetro de largo y habitan en cuerpos de agua dulce que con frecuencia se secan.

La investigación, que ha sido recientemente publicado en la revista Zootaxa, demuestra que los artrópodos son muy antiguos – a partir del período Pérmico (hace 250 millones de años), y tienen un ritmo muy lento de los cambios morfológicos. “Por eso pensamos que divide desde hace mucho tiempo”, añade el investigador.

La región del Mediterráneo un semillero de especies. Los dos crustáceos parecen ser endémicas de la Península Ibérica. Sin embargo, el estudio muestra que puede ser distribuido a través de un área más extensa de la longitud de la región mediterránea. Todas estas áreas son “un foco de endemismo para los crustáceos cladóceros, como es también el caso de Japón y el este de Rusia“, dice Alonso.

En España, estas especies endémicas son algunos de los restos faunísticos de antes de la fauna del Pleistoceno, más de 1,8 millones de años, debido a la “marginal” la naturaleza de su hábitat durante las glaciaciones. Los crustáceos no colonizar nuevos territorios hasta que el hielo se había derretido.


Fuente: ecologismo.com