miércoles, 31 de diciembre de 2014

Icnología: tras las huellas de la vida


Traza de domicilio en forma de galería.

Mediante el análisis de las huellas o “trazas”, esta disciplina es capaz de conocer el comportamiento de los organismos que las producen y las características del ambiente en el pasado prehistórico. Es que, el grupo de investigación del Laboratorio de Geología Andina del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC-CONICET) centra sus estudios en los animales que habitaron mares y océanos hace cientos de millones de años.

En diálogo con la Agencia CTyS, el doctor en Geología e investigador superior del CONICET, Eduardo Olivero, explica que “las trazas fósiles tienen la enorme ventaja de dejar en las rocas sedimentarias un registro de organismos que normalmente no dejan registros fósiles”, puesto que, a diferencia de los dinosaurios u otros invertebrados con caparazones, estos organismos de cuerpo blando carecían de huesos duros o caparazones y conchillas.

A fines del Precámbrico, antes del Paleozoico, los mares y océanos estaban dominados por organismos multicelulares variados. Las trazas que dejaron cuando se desplazaban fueron cubiertas por el sedimento. Posteriormente, quedaron preservadas en la roca y permanecieron intactas por millones de años.

De esta manera, existen trazas que reflejan diferentes comportamientos. Por ejemplo, existieron organismos que ingresaron al sedimento marino para hacer su domicilio, entonces, los registros encontrados fueron llamados “trazas de domicilio”; otro para buscar alimento que dejaron “trazas de alimentación”.

“Las trazas de domicilio son especies de galerías o estructuras que alojaban al organismo de cuerpo blando. En tanto, existieron organismos que penetraron en el sedimento para buscar alimento que están adheridos a partículas como limo o arcilla. Allí, el organismo ingiere esas partículas sedimentarias que tienen adheridas bacterias y otras sustancias orgánicas nutritivas y luego las excretan de una manera particular, lo que indica que el organismo estaba comiendo”, resalta Olivero.

Como dato curioso, existieron organismos que se dedicaron a la agricultura en las profundidades más oscuras del océano. “Hacían un sistema de galerías en el interior del sedimento, donde no hay oxígeno, bombeaban sulfato del agua de mar y adentro había bacterias que degradan ese sulfato. Entonces, cultivaban bacterias para alimentarse”, cuenta el investigador y agrega: “estas trazas particulares de agricultura, permitieron reconocer depósitos marinos profundos del Terciario en Tierra del Fuego, que son únicos para la Argentina para esta edad”.

El análisis del comportamiento no es el único objeto de estudio de la icnología, sino que además, su potencial permite conocer cómo era el ambiente en el cual vivían los organismos. “Las trazas de los crustáceos son dominantes en ambientes costeros. Entonces, si encontramos trazas de crustáceos en rocas sedimentarias del pasado geológico podemos inferir que los sedimentos que alojan estas trazas se depositaron en un ambiente costero”, aclara Isabel López Cabrera, profesional de CADIC-CONICET, que colabora en las investigaciones.

De hecho, la icnología es una de las disciplinas paleombientales que logró determinar el límite entre la extensa era del Precámbrico, que se inicia hacia los 4.500 millones de años, y la era del Paleozoico, que comienza hacia los 540 millones de años, y que se define sobre la sobre la base de una traza fósil. “Porque esa traza fósil solo pudo haber sido hecha por un metazoario complejo. Marca una diferencia enorme entre un organismo unicelular, como es la vida dominante en el Precámbrico, y la vida multicelular organizada que es característica del Paleozoico”, concluye el geólogo.

Fuente: elcordillerano.com.ar

lunes, 29 de diciembre de 2014

Científico encuentra por accidente fósiles de un animal marino prehistórico



Mientras caminaba por la orilla de la isla de Wrangel, en el Mar de Siberia, Andrey Tyuryakov descubrió bajo sus pies un hueso fosilizado que perteneció a uno de los reptiles prehistóricos más grandes que se han documentado.


Andrey Tyuryakov, científico del Instituto de Investigación de la Antártida y el Ártico, en San Petersburgo, estaba buscando setas cuando se topó con un fósil de un 'monstruo marino' de 200 millones de antigüedad.

Las pruebas preliminares mostraron que se trataba de dos huesos fosilizados de un plesiosaurio, un dinosaurio descrito a menudo como un monstruo marino gigante. Se trataba de una de las criaturas más temibles que vagaban por los océanos hace 200 millones de años.

"En realidad, soy un gran aficionado a las setas. Estábamos en el camino de regreso a nuestro campamento cuando vi la piedra. Era grande y decidí parar y mirar un poco más de cerca", comentó Tyuryakov, que llegó a la isla con sus colegas para estudiar la población de osos polares.

Fuente:  http://informe21.com

Un cangrejo tropical de 110 millones de años alumbra el puzzle evolutivo



Un investigador de la Universidad de Alberta (Canadá) ha encontrado el fósil de un crustáceo de 110 millones de años, que es pieza ensencial para completar el puzzle de la evolución. 

 El descubrimiento en la tropical Colombia de Telamonocarcinus Antiquus, el cangrejo más antiguo encontrado de su género, proporciona información crítica que cambia el paradigma de la hipótesis previamente aceptada del origen de alta latitud en el Período Cretácico tardio, a un origen neotropical de latitud más baja en el Cretacíco temprano, varios milloness de años antes de lo que se pensaba.



"Estos fósiles indican que los braquiuros eran más diversos y estaban más extendidos durante el Cretácico temprano de lo que sabíamos con anterioridad, y que sus ancestros deben arraigarse en el primer Cretácico, o incluso el Jurásico", dice el investigador Javier Luque, que ha publicado su hallazgo en la revista Paleontology. 

 Como resultado de millones de años de evolución, los cangrejos son los más evolucionados de todos los crustáceos, lo que representa casi 10.000 especies entre fósiles y existentes, y posee gran diversidad morfológica. 

Dado que los trópicos son hoy uno de los ambientes de mayor diversidad biológica de la Tierra, su registro fósil proporciona una ventana única a la diversidad más allá de la vida, y oportunidades para comprender mejor su papel en la evolución de los distintos organismos a través del tiempo.

Sin embargo, los registros fósiles de los trópicos son escasos, especialmente para los crustáceos, debido a la espesa vegetación y la cobertura del suelo, así como la falta de científicos que trabajan activamente en las áreas.



"Aunque los cangrejos son abundantes en el registro fósil desde el Cretácico superior, sobre todo en latitudes más altas, no sabemos casi nada acerca de su historial en el Cretácico Temprano, especialmente desde latitudes más bajas, como los trópicos", explica Luque. "Esta falta de conocimiento sesga nuestra comprensión de la evolución temprana del grupo, y cómo sus primeros antecesores en el árbol de cangrejo de la vida se relacionan con los existentes".
 

Fuente: europapress.es



viernes, 26 de diciembre de 2014

Científicos descubren en Chile fósil de Pudú de más de 13.300 años




Es una sola vértebra de poco más de 3,1 centímetros de largo lo que se encontró en el sitio paleontológico de Pilauco (Osorno), que tras ser estudiada y comparada con otros materiales se pudo identificar como el primer registro fósil de Pudú hecho en Sudamérica. El hallazgo contribuye a reconstruir la prehistoria de la zona sur chilena y conocer más acerca de la llegada y distribución del Pudú. Este hallazgo permite revelar información valiosa acerca de las condiciones transitorias de la vegetación chilena durante época del Pleistoceno (2,5 millones de años a 11.000 años aproximadamente antes del presente), porque el Pudú vive en zonas muy específicas hoy altamente reducidas: bosque cerrado de baja altura.


Paleontólogos de la Universidad Austral de Chile, realizaron el estudio que dio con el primer y único registro de este emblemático ciervo del sur de Chile.

Es una sola vértebra de poco más de 3,1 centímetros de largo lo que se encontró en el sitio paleontológico de Pilauco (Osorno), que tras ser estudiada y comparada con otros materiales se pudo identificar como el primer registro fósil de Pudú hecho en Sudamérica. El hallazgo  contribuye a reconstruir la prehistoria de la zona sur chilena y conocer más acerca de la llegada y distribución del Pudú, sobre la base de los más de 13.300 años en los que fue datado el fósil.

Diminuto trozo de prehistoria


El fósil fue llevado al laboratorio de Paleontología de la Universidad Austral de Chile (UACh) en Valdivia, lugar desde donde se trabajó en su identificación, tarea que a ojos de Erwin González, autor de la publicación científica, fue lo más difícil.

“Lo más complejo fue realizar la determinación taxonómica, debido a que, en el caso de los ciervos (como también en otros grupos), las vértebras no han sido tradicionalmente señaladas como diagnósticas. Sin embargo, al comparar con otras especies de Sudamérica, la diferencias de tamaño y morfológicas eran evidentes”, señaló González.

En este sentido, el autor debió primero generar la información sobre la anatomía de las vértebras en ciervos actuales, de los que, pese a ser animales muy conocidos, esta parte de sus esqueletos no habían sido suficientemente descritas en la literatura como para distinguir la morfología de las diversas especies. Sólo entonces se pudo comparar el fósil y se logró establecer que se trataba de la tercera vértebra cervical de un Pudú adulto de más de 13 mil años, lo cual constituye el primer y único registro antiguo de estos animales en América del Sur.
 
Este hallazgo permite revelar información valiosa acerca de las condiciones transitorias de la vegetación chilena durante época del Pleistoceno (2,5 millones de años a 11.000 años aproximadamente antes del presente), porque el Pudú vive en zonas muy específicas hoy altamente reducidas: bosque cerrado de baja altura. Además, al tratarse de una especie que no está extinta, se pueden establecer otro tipo de relaciones integrando información desde la ecología actual y comportamiento de estos mamíferos.

“Debido a que es un animal emblemático para la conservación de especies en Chile, este hallazgo nos anima a seguir estudiando otros enfoques como la filogeografía (disciplina que estudia la distribución espacial de linajes de genes utilizando como ejes el tiempo y el espacio), sobre todo cuando hoy en día existen tecnologías para la extracción de material hereditario fósil”, agregó Erwin González.

 

 Los Pudú en Sudamérica

 


En Chile sólo hay tres especies nativas de ciervos, de las cuales todas están bajo protección: el Huemul, la Taruca y el Pudú (Pudu puda), este último considerado el ciervo más pequeño del mundo. Estos animales llegaron al continente sudamericano durante la época del Plioceno tardío (3,6 a 2,5 millones de años) desde América del Norte, cruzando el recientemente formado Istmo de Panamá, junto con la megafauna: Gonfoterios, caballo americano, entre otros.

Se cree que los Pudús podrían haber utilizado un bosque cerrado de baja altitud trasandino como un corredor migratorio, sobreviviendo hasta la fecha por lo dócil de su comportamiento, sus adaptaciones morfológicas y capacidades digestivas, elementos que le brindaron una ventaja en ambientes altamente fragmentados por episodios glaciales, corriendo una suerte distinta a otros animales de la “Era de Hielo”, como los Gonfoterios, también presentes en el sitio paleontológico Pilauco.

Pese a lo mucho que se ha podido conocer desde una pequeña vertebra, González plantea que aún hay interrogantes que sería interesante responder, y es por esta razón que éste y otros hallazgos se mantienen en estudio en el Laboratorio de Paleontología en la Facultad de Ciencias de la Universidad Austral de Chile, a la espera de que nuevos especialistas se sumen a esta área de investigación.

En este sentido, se hace presente que “hay un análisis genético que señala que Pudu puda, especie de Pudú del sur de Chile, se separó hace 500 mil años en dos poblaciones debido a un período interglaciar. Las poblaciones corresponden a una continental y otra chilota. Debido a esto, varios autores han planteado que antes de este interglacial existió un puente terrestre de grandes proporciones entre Chiloé y el continente, lo que posibilitó el acceso de estos animales a la isla. Si tuviéramos el ADN del fósil de Pilauco, quizás podríamos determinar si hubo o no reingresos de poblaciones de Pudú chilote hacia el continente”, manifestó González, haciendo referencia a nuevos planteamientos que surgen a medida que se va reconstruyendo el paisaje en el cual vivían estos animales.

Fuente: elmostrador.cl

Un grupo de paleontólogos extrae un cuello entero de dinosaurio en el Pallars Jussà


  
Un equipo de investigadores del Institut Català de Paleontología Miquel Crusafont (ICP) y de la Universidad de Zaragoza ha extraído del yacimiento de Orcau (Pallars Jussà) los restos de uno de los dinosaurios más grandes encontrados hasta ahora en el Pirineo. En concreto, se trata de un cuello íntegro que pertenecía a un gran tiranosaurio de más de 20 metros de largo y que pesaba unas 13 toneladas, y que vivió en esta zona hace 68 millones de años. Los restos hallados miden cinco metros de longitud y pesan cerca de 2.500 kilos e incluyen siete u ocho vértebras de la zona del cuello y las primeras costillas del ejemplar.

A pesar de las enormes dimensiones y peso de la pieza, la operación de extracción y traslado se desarrolló sin complicaciones. Los trabajos duraron cinco horas y fue necesario utilizar una potente retroexcavadora, ya que primero se tuvo que abrir un camino para poder acceder al lugar en el que se encontraba el fósil y, posteriormente, cargarlo en el remolque que lo trasladó hasta la localidad más cercana de Isona i Conca Dellà (Pallars Jussà).

Los paleontólogos destacan la importancia del fósil, hallado en 1954, para conocer a esta especie. Para ellos, era interesante extraer el bloque entero porque las vértebras se encuentran en conexión anatómica, es decir, dispuestas tal como estaban en el animal en vida, un hecho bastante excepcional en los restos de dinosaurios que se encuentran en el Pirineo, a menudo formadas por piezas aisladas y dispersas. Àngel Galobart, jefe del grupo de investigación del Mezoico del ICP, manifestó el gran interés científico, divulgativo e histórico, que tiene el hallazgo. "La extracción de esta pieza ha sido la culminación de unos trabajos de excavación que comenzamos hace casi 60 años", afirma. El museo de la Conca Dellà alojará la pieza una vez haya sido estudiada y restaurada. 
Fuente:  elperiodico.com