Imagen del sitio donde se localizan los restos fosilizados de tapatia occidentalis Foto: LA JORNADA JALISCO
Como un libro antiguo, con hojas color sepia, se puede considerar al sitio paleontológico Los Otates, en el municipio de Amatitán, que posee fósiles de peces, tapatia occidentalis, de entre 4 y 20 millones de años. Aunque el lugar está catalogado y por ello protegido por la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, podría estar amenazado por la construcción de una carretera.
Los pueblos de Jalisco esconden secretos y durante muchos años uno de los secretos de los habitantes de Amatitán fue Los Otates. En 1958 se construyó la presa Santa Rosa, localizada en la Barranca del Río Santiago, a 61 kilómetros al Noroeste de Guadalajara. Con la construcción de esta presa, los pobladores abrieron una brecha en uno de los cerros de la Barranca para llegar a Amatitán. Y este camino dejó al descubierto una piedra de grandes medidas, formada con numerosas capas, que tenía como estampados los esqueletos de miles de peces.
Con el transcurrir de los años, el secreto se fue repartiendo entre más personas, hasta que llegó a los oídos del arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Carlos López, quien realiza una investigación arqueológica en la Barranca del Río Santiago.
“En Amatitán tenemos muchos sitios arqueológicos y también este sitio de fósiles que se encuentra a la mitad de la Barranca. Está sobre una brecha empedrada que baja a la presa Santa Rosa. Es un sitio que ya está catalogado y yo lo reporté en el 2002, mientras hacía mi proyecto del Río Santiago”, contó López.
“Según los estudios que se hicieron, se trata de la especie de peces tapatia occidentalis, que tiene entre cuatro y 20 millones de años. Es uno de los pocos sitios de fósiles de peces, que no son pequeños, tienen como dos o tres centímetros de tamaño”.
López aseguró que la información acerca de la especie de los peces y la época a la que pertencen la leyó en un reporte que hicieron investigadores estadunidenses, quienes estuvieron en ese lugar a finales de los 70. “Aquí en México no hay estudios, aunque el sitio es bastante conocido”.
Resaltó que son especies que ya no existen y en ese sentido, es importante saber las condiciones ambientales en las que vivieron y por qué se extinguieron.
“En el contexto, hay una zona de capas y hay una parte con muchos sedimentos localizados en cada capa de las rocas, y en cada capa están las huellas fósiles de los peces. Cuando hicieron la brecha, en 1958, ese pedazo del cerro que quedó cortado, no sabemos cuánto más hay para adentro, pero así como está la situación del río, que está a un lado, en la parte norte, seguramente el río llegaba hasta arriba, y en la temporada de aguas esta parte se anegaba de aguas, se hacía como una especie de lagunita, en donde estaban los peces viviendo.
“Cuando terminaba el temporal de aguas, el río tomaba su cauce normal, y se quedaba como una especie de laguito, que ya no tenía alimentación de agua, se secaba y los peces se morían. Pasaba el tiempo y esos peces eran tapados por tierra, luego venía el temporal de lluvias y viene el mismo proceso. Y pasa otro año y lo mismo. Entonces lo que tenemos ahí es como un libro, de miles de hojas, y cada hoja que se levanta puede tener los vestigios de los peces que quedaron ahí”.
Explicó que los peces están estampados sobre una superficie de un metro y medio de largo por un metro de ancho. “De profundidad no sabemos cuánto tiene de profundidad adentro del cerro”.
El arqueólogo del INAH enfatizó en la importancia del vestigio para la historia de Jalisco. “Por un lado es muy raro que se preserven los fósiles, no es frecuente encontrarlos porque tienen que reunirse las condiciones necesarias para que se preserve. En este caso, los peces se pudieron fosilizar por las condiciones de humedad, ambientales, la tierra que les cayó encima, el tipo de secas que vino y lo preservó. Todo este tipo de factores no suceden siempre y por eso es poco frecuente ver algo así”.
La modernidad se impone a la antigüedad
Desde hace un año el gobierno del Estado comenzó a construir una carretera sobre la brecha con la finalidad de ampliar y mejorar las condiciones del camino. Sin embargo, esta construcción podría ser una amenaza para Los Otates.
“Si hacen la carretera le van a cortar más al cerro. Ya hable con los ingenieros y me dicen que no van a meterse más en esta zona. Pero todo ha sido verbal. Los Otates es un sitio paleontológico, que se encuentra justamente a la orilla de la brecha, que hay que ampliar, y eso está bien. Nada más que el problema es que no se afecte el sitio, porque es muy importante porque es un vestigio geológico nuestro Estado”, dijo López
“Hay que procurar que se preserve la zona, que no se destruya. El paso del tiempo y la misma erosión, han provocado que gran parte del contexto se haya desplomado, y está abajo tirado como escombro. Lo que propuse a la obra es que le otorguen dos trabajadores durante dos días para que nos permitan levantar las capas y trasladarlas al laboratorio del INAH para que la bióloga haga la investigación pertinente”.
Fuentes: lajornadajalisco.com.mx
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