viernes, 8 de mayo de 2009

Hallan restos fósiles en el lecho del Salado

Paleontólogas de La Plata investigan los restos hallados en el lecho del río Salado, en Roque Pérez Foto: LA NACION / Santiago Hafford

Un descubrimiento que sólo fue posible por una seca que no se registraba desde hacía 70 años

LA PLATA.- En Roque Pérez y Lobos, partidos del interior bonaerense donde los sucesivos paros del campo se manifestaron con fuerza, suena descabellado que alguien agradezca la prolongada sequía y espere que la lluvia se demore por algún tiempo más. Pero eso es exactamente lo que quiere este grupo de jóvenes especialistas embarrados hasta las rodillas que caminan sobre el lecho reseco del río Salado. Están aquí porque los vecinos del lugar notaron algo llamativo: al retirarse, el agua no sólo había dejado un tendal de peces muertos; el cauce también estaba sembrado de gliptodontes.

Para ser más precisos, el tesoro paleontológico que hallaron los vecinos y ahora desentierran los investigadores consiste en los restos fósiles de nueve gliptodontes y un glosoterio, el esqueleto casi completo de un megaterio y la cabeza de un stegomastodon. Un hallazgo masivo que sólo fue posible a causa de una sequía histórica, que no se registraba desde hace al menos setenta años.

No se amilane, querido lector, por la profusión de nombres extraños. Laura Lisboa, integrante del Centro de Registro de Arqueología y Paleontología de la Dirección Provincial de Patrimonio Cultural, explica que los animales hallados son los borradores de hace diez o veinte mil años de algunas especies actuales. El stegomastodon era una especie de elefante; el gliptodonte, algo así como un gran armadillo; el megaterio y el glosoterio podrían asimilarse a grandes perezosos.

Todas estas especies eran herbívoras y presas del legendario tigre dientes de sable, otro prehistórico habitante del territorio bonaerense. "Seguro que acá abajo hay dos o tres, pero no hemos encontrado ninguno", dice Fernando Larriestra, licenciado en biología por la Universidad Nacional de La Plata e integrante de la expedición paleontológica, mientras camina por lo que habitualmente sería un río caudaloso. Es el lecho del Salado, que divide los distritos de Lobos y Roque Pérez. El lugar donde aparecieron las osamentas prehistóricas es una franja de unos tres kilómetros, ubicada a unos seis de la ruta provincial 205.

Larriestra no oculta su entusiasmo por los hallazgos que las condiciones climáticas adversas hicieron posibles. Una de las primeras piezas rescatadas fue la cabeza del megaterio, que hubo que levantar junto con el bloque de lodo que la aprisionaba, el procedimiento habitual para evitar su ruptura. El conjunto pesaba un cuarto de tonelada y seis hombres debieron esforzarse para trasladarlo. Para la cabeza del stegomastodon, en cambio, hará falta la intervención de maquinaria: se estima que pesa entre 500 kilos y una tonelada.

El tigre dientes de sable no era la única bestia carnívora que perseguía y cazaba a esas enormes criaturas. También andaba por allí otro predador, el hombre. "Estos animales eran cazados y consumidos", apunta Lisboa.

El rescate de los fósiles se realiza en virtud de convenios entre el Instituto Cultural, la Universidad platense y los municipios de Roque Pérez y Lobos, divididos por el río ahora seco donde se encontraron los restos, pertenecientes al período Pleistoceno superior. Aunque los vecinos empezaron a denunciar el hallazgo de piezas hace un mes y medio, tomó mucho tiempo que los organismos se pusieran de acuerdo para implementar la campaña, explica Luciano Rey, quien se encargó de reclutar al resto de los miembros del equipo. Mientras la burocracia seguía su curso, la lluvia seguía demorándose, algo indeseable para los dueños de los campos de la zona, pero afortunado para los paleontólogos.

Tanto los municipios involucrados como el Museo de Ciencias Naturales de La Plata pondrán en exhibición algunas de las piezas rescatadas. En el caso de Roque Pérez, el hallazgo permitirá montar un museo paleontológico que aún no existe. Funcionará en uno de los galpones que la Municipalidad posee en los terrenos de la estación ferroviaria, junto a una sala de conferencias, adelanta el director de Cultura comunal, Gustavo Lara.

Larriestra respira pesadamente mientras desanda el camino que recorrió para guiarnos entre los distintos fósiles que se están extrayendo. "No esperábamos tanta colaboración de la gente", dice. "Nos ayudaron a sacar la cabeza del megaterio, se quedaron con nosotros mientras trabajábamos y aunque no pudieran ayudarnos nos traían empanadas."

Las esperanzas de Larriestra, cuya especialidad es la botánica a pesar de tener experiencia en excavaciones paleozoológicas, es que entre los sedimentos removidos también haya semillas que puedan brindar información sobre la composición del paisaje local hace diez mil o más años. El especialista supone que se trataba de un cenagal donde los animales quedaban atrapados y morían; un indicio de eso es la posición en que quedaron los restos del megaterio. Si la hipótesis es cierta, el lugar habría sido una especie de cementerio, una trampa mortal para los animales.


Fuente: lanacion.com.ar

No hay comentarios:

Publicar un comentario