J. Tyler Faith yTodd Surovell de University of Wyoming revelan ahora que esta extinción masiva se dio en un instante desde el punto de vista geológico.
Desde hace tiempo se viene debatiendo en los círculos académicos sobre qué causó esta extinción. Se han elaborado distintas teorías que tratan de explicarlo: un cambio climático abrupto, un impacto cometario, una epidemia, una explosión supernova cercana, la aparición del ser humano y sus hábitos de caza. Algunos creen que incluso se pudieron varios de esos factores a la vez o incluso ninguno de ellos.
La posibilidad de que los humanos contribuyeran a la extinción de estos animales no es tan descabellada como parece. De todos es sabida la ley de optimización del forrajeo, que aplicada al ser humano viene a decir que primero se da caza a los grandes animales, pues una vez cobras una pieza se tiene comida para mucho tiempo, compensando holgadamente a la energía gastada en su caza. Una vez se dado cuenta de los animales más grandes de la región se pasa a cazar los animales más grandes que quedan, pues ya es rentable cazarlos al no quedar otros. Y así sucesivamente. Con el tiempo se van eliminando especies hasta que el ecosistema es tan pobre que los habitantes de la región consumen insectos de manera habitual.
Las distintas causas pueden además estar relacionadas. De este modo un impacto cometario puede que esté relacionada con el cambio climático, pues un impacto levantaría polvo y ceniza a la atmósfera cambiando la irradiación solar y los ciclos meteorológicos.
Un dato importante que puede ayudar a aclarar este misterio es la cronología de las extinciones, pues no es lo mismo que las especies vayan desapareciendo durante millones de años que lo hagan de la noche a la mañana. Es decir, podría ser un proceso gradual o súbito, dependiendo de si es uno u otro las causas que lo provocaron serían distintas.
Pero el registro fósil siempre está incompleto y no es fácil establecer esta cronología. En este caso en particular no se sabe si las especies ya habían desaparecido al final del Pleistoceno o simplemente todavía no se han descubierto fósiles de esa época o posteriores que demuestren lo contrario.
Según las investigaciones realizadas por Faith y Surovell todo apunta a que los datos encajan mejor con una súbita desaparición de estas especies entre hace 13800 y 11400 años. Esto apoyaría las teorías que afirman que esta extinción se debió al impacto de un cometa o a la actividad de caza de los humanos, que llegaron al continente por esas fechas. También se podría deber a un cambio climático abrupto. Según Faith es posible que incluso se dieran todos estos factores a la vez.
El caso es que ya no podemos ver más mamuts, mastodontes o perezosos gigantes. Todos ellos desaparecieron para siempre de la faz de la Tierra. Pero sobrevivieron los bisontes, los mismos que nuestros antepasados pintaban en las paredes de las cuevas, animales que llegaron a formar manadas gigantes, ahora absolutamente diezmadas.
En nuestras manos está evitar más extinciones. Trabajar por ese objetivo es mucho más productivo que lamentarse por las especies que ya nunca volverán. Aunque siempre sea interesante estudiar las extinciones del pasado.
Desde hace tiempo se viene debatiendo en los círculos académicos sobre qué causó esta extinción. Se han elaborado distintas teorías que tratan de explicarlo: un cambio climático abrupto, un impacto cometario, una epidemia, una explosión supernova cercana, la aparición del ser humano y sus hábitos de caza. Algunos creen que incluso se pudieron varios de esos factores a la vez o incluso ninguno de ellos.
La posibilidad de que los humanos contribuyeran a la extinción de estos animales no es tan descabellada como parece. De todos es sabida la ley de optimización del forrajeo, que aplicada al ser humano viene a decir que primero se da caza a los grandes animales, pues una vez cobras una pieza se tiene comida para mucho tiempo, compensando holgadamente a la energía gastada en su caza. Una vez se dado cuenta de los animales más grandes de la región se pasa a cazar los animales más grandes que quedan, pues ya es rentable cazarlos al no quedar otros. Y así sucesivamente. Con el tiempo se van eliminando especies hasta que el ecosistema es tan pobre que los habitantes de la región consumen insectos de manera habitual.
Las distintas causas pueden además estar relacionadas. De este modo un impacto cometario puede que esté relacionada con el cambio climático, pues un impacto levantaría polvo y ceniza a la atmósfera cambiando la irradiación solar y los ciclos meteorológicos.
Un dato importante que puede ayudar a aclarar este misterio es la cronología de las extinciones, pues no es lo mismo que las especies vayan desapareciendo durante millones de años que lo hagan de la noche a la mañana. Es decir, podría ser un proceso gradual o súbito, dependiendo de si es uno u otro las causas que lo provocaron serían distintas.
Pero el registro fósil siempre está incompleto y no es fácil establecer esta cronología. En este caso en particular no se sabe si las especies ya habían desaparecido al final del Pleistoceno o simplemente todavía no se han descubierto fósiles de esa época o posteriores que demuestren lo contrario.
Según las investigaciones realizadas por Faith y Surovell todo apunta a que los datos encajan mejor con una súbita desaparición de estas especies entre hace 13800 y 11400 años. Esto apoyaría las teorías que afirman que esta extinción se debió al impacto de un cometa o a la actividad de caza de los humanos, que llegaron al continente por esas fechas. También se podría deber a un cambio climático abrupto. Según Faith es posible que incluso se dieran todos estos factores a la vez.
El caso es que ya no podemos ver más mamuts, mastodontes o perezosos gigantes. Todos ellos desaparecieron para siempre de la faz de la Tierra. Pero sobrevivieron los bisontes, los mismos que nuestros antepasados pintaban en las paredes de las cuevas, animales que llegaron a formar manadas gigantes, ahora absolutamente diezmadas.
En nuestras manos está evitar más extinciones. Trabajar por ese objetivo es mucho más productivo que lamentarse por las especies que ya nunca volverán. Aunque siempre sea interesante estudiar las extinciones del pasado.
Fuente: laflecha.net
No hay comentarios:
Publicar un comentario