En los comienzos de la Era Paleozoica, hace unos 510 millones de años, durante mediados del Período Cámbrico, la mayor parte de la actual provincia de Mendoza estaba cubierta por un mar tropical, cuyas aguas cálidas y translúcidas eran como las del actual mar Caribe.
Los trilobites son una clase de invertebrados ubicada dentro del Filum Artrópoda. Estos organismos están totalmente extinguidos y hoy los conocemos por sus fósiles. Tenían un caparazón externo en posición dorsal subdividido en tres lóbulos, motivo por el cual toman el nombre de tri-lobites, llamados céfalo, tórax y pigidio.
Estos pequeños artrópodos, cuyos tamaños sólo llegaban a medir unos pocos centímetros, tenían el cuerpo segmentado y articulado y eran los dominadores de aquellos remotos fondos marinos.
Con sus múltiples apéndices y antenas removían el fango en busca de alimento microplanctónico. Vivían en comunidades segregadas en diferentes grupos o Familias adaptadas a las cambiantes condiciones ambientales que imperaban en cada sector particular del fondo marino.
Es por ello que al estudiar sus restos petrificados, se puede conocer la forma de vida y el ambiente que ocupaban estos antiguos organismos.
Los estudios paleontológicos realizados en los últimos años por investigadores del Ianigla- Conicet de Mendoza (Bordonaro y Banchig, 2007, Bordonaro et al. 2006 y Bordonaro y Fojo, 2011) permitieron hallar numerosos ejemplares de trilobites en rocas calizas de la precordillera.
Entre los restos fósiles se pudo reconocer una especie de amplia dispersión en Mendoza y San Juan. La especie llamada Bathyuriscus mendozanus, ya había sido descubierta por Rusconi en 1945, aunque en aquella oportunidad fue clasificada erróneamente y su identidad permanecía desconocida.
Los nuevos estudios paleontológicos permitieron resucitar a la especie mendocina, en base al hallazgo de cientos de ejemplares, que proceden de las localidades de San Isidro y Sierra del Alojamiento en Mendoza, como de la Sierra del Tontal en San Juan.
Esta especie estaba ampliamente dispersada por la región cuyana en un período de la Era Paleozoica que se llama Cámbrico (hace unos 510 millones de años).
Bathyuriscus mendozanus es un trilobites de unos 3 cm de largo por 1 cm de ancho, cuyo caparazón está integrado por varios segmentos articulados que le permitían enrollarse como el actual “bicho bolita”.
Una característica de la especie es la presencia de espinas en el sector dorsal central, que seguramente utilizaría como elementos de defensa ante la agresión de los depredadores.
Patrimonio paleontológico
Sin la espectacularidad que poseen los grandes fósiles, estos pequeños invertebrados marinos de la precordillera nos permiten conocer las condiciones ambientales, ecológicas y geográficas que imperaban en esta región en épocas muy antiguas.
Todos los fósiles, por pequeños que sean, son registros muy particulares de la vida pasada e historia geológica de un lugar y nos ayudan a entender la relación que siempre existió entre los organismos y su ambiente.
Por ello, es importante rescatar estas riquezas paleontológicas para que puedan ser estudiadas e incorporadas al patrimonio paleontológico de Mendoza. Los fósiles son testimonios irrefutables de la remota historia de nuestro terruño y sus restos deben ser preservados y protegidos en repositorios adecuados para que las futuras generaciones puedan conocerlos.
Los ejemplares de este estudio se hallan depositados en los repositorios del Museo de Ciencias Naturales Cornelio Moyano y del Ianigla - Conicet Mendoza.
Bibliografía
- Bordonaro, O.L., Banchig, A., 2007. Biofacies de trilobites cámbricos en la Formación Alojamiento, Precordillera de San Juan y Mendoza. Ameghiniana 44 : 91-107.
- Bordonaro, O. L. y Fojo, C.F. 2011. Bathyuriscus mendozanus (Rusconi, 1945), trilobites del Cámbrico Medio de la Precordillera argentina. Revista Española de Paleontología, 26: 11-23.
- Bordonaro, O.L., Banchig, A., Pratt, B.R., y Raviolo, M.- 2008. Trilobite-based biostratigraphic model (biofacies and biozonation) for the Middle Cambrian carbonate platform of the argentine Precordillera. Geologica Acta, 6:115-129.
- Rusconi, C. 1945. Trilobites silúricos de Mendoza. Anales de la Sociedad Científica Argentina, 139: 216-219.
Los trilobites son una clase de invertebrados ubicada dentro del Filum Artrópoda. Estos organismos están totalmente extinguidos y hoy los conocemos por sus fósiles. Tenían un caparazón externo en posición dorsal subdividido en tres lóbulos, motivo por el cual toman el nombre de tri-lobites, llamados céfalo, tórax y pigidio.
Estos pequeños artrópodos, cuyos tamaños sólo llegaban a medir unos pocos centímetros, tenían el cuerpo segmentado y articulado y eran los dominadores de aquellos remotos fondos marinos.
Con sus múltiples apéndices y antenas removían el fango en busca de alimento microplanctónico. Vivían en comunidades segregadas en diferentes grupos o Familias adaptadas a las cambiantes condiciones ambientales que imperaban en cada sector particular del fondo marino.
Es por ello que al estudiar sus restos petrificados, se puede conocer la forma de vida y el ambiente que ocupaban estos antiguos organismos.
Los estudios paleontológicos realizados en los últimos años por investigadores del Ianigla- Conicet de Mendoza (Bordonaro y Banchig, 2007, Bordonaro et al. 2006 y Bordonaro y Fojo, 2011) permitieron hallar numerosos ejemplares de trilobites en rocas calizas de la precordillera.
Entre los restos fósiles se pudo reconocer una especie de amplia dispersión en Mendoza y San Juan. La especie llamada Bathyuriscus mendozanus, ya había sido descubierta por Rusconi en 1945, aunque en aquella oportunidad fue clasificada erróneamente y su identidad permanecía desconocida.
Los nuevos estudios paleontológicos permitieron resucitar a la especie mendocina, en base al hallazgo de cientos de ejemplares, que proceden de las localidades de San Isidro y Sierra del Alojamiento en Mendoza, como de la Sierra del Tontal en San Juan.
Esta especie estaba ampliamente dispersada por la región cuyana en un período de la Era Paleozoica que se llama Cámbrico (hace unos 510 millones de años).
Bathyuriscus mendozanus es un trilobites de unos 3 cm de largo por 1 cm de ancho, cuyo caparazón está integrado por varios segmentos articulados que le permitían enrollarse como el actual “bicho bolita”.
Una característica de la especie es la presencia de espinas en el sector dorsal central, que seguramente utilizaría como elementos de defensa ante la agresión de los depredadores.
Patrimonio paleontológico
Sin la espectacularidad que poseen los grandes fósiles, estos pequeños invertebrados marinos de la precordillera nos permiten conocer las condiciones ambientales, ecológicas y geográficas que imperaban en esta región en épocas muy antiguas.
Todos los fósiles, por pequeños que sean, son registros muy particulares de la vida pasada e historia geológica de un lugar y nos ayudan a entender la relación que siempre existió entre los organismos y su ambiente.
Por ello, es importante rescatar estas riquezas paleontológicas para que puedan ser estudiadas e incorporadas al patrimonio paleontológico de Mendoza. Los fósiles son testimonios irrefutables de la remota historia de nuestro terruño y sus restos deben ser preservados y protegidos en repositorios adecuados para que las futuras generaciones puedan conocerlos.
Los ejemplares de este estudio se hallan depositados en los repositorios del Museo de Ciencias Naturales Cornelio Moyano y del Ianigla - Conicet Mendoza.
Bibliografía
- Bordonaro, O.L., Banchig, A., 2007. Biofacies de trilobites cámbricos en la Formación Alojamiento, Precordillera de San Juan y Mendoza. Ameghiniana 44 : 91-107.
- Bordonaro, O. L. y Fojo, C.F. 2011. Bathyuriscus mendozanus (Rusconi, 1945), trilobites del Cámbrico Medio de la Precordillera argentina. Revista Española de Paleontología, 26: 11-23.
- Bordonaro, O.L., Banchig, A., Pratt, B.R., y Raviolo, M.- 2008. Trilobite-based biostratigraphic model (biofacies and biozonation) for the Middle Cambrian carbonate platform of the argentine Precordillera. Geologica Acta, 6:115-129.
- Rusconi, C. 1945. Trilobites silúricos de Mendoza. Anales de la Sociedad Científica Argentina, 139: 216-219.
Fuente: losandes.com.ar
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